Repartido 1 de Historia –para EMT y EMP
el arte de disponer
de los demás
1) 1945: el nacimiento de un mundo bipolar
Una
consecuencia de la Segunda Guerra Mundial fue la modificación de las relaciones
internacionales. El poder se desplazó del viejo continente hacia los mundos
extraeuropeos. [...] Al salir de la guerra Europa, arruinada y devastada,
estaba imposibilitada de jugar el rol preeminente de otros tiempos. Los Estados
que se disputaban la primacía en Europa y en el mundo, el Reino Unido, Francia,
Alemania, Italia, salieran vencedores o vencidos, no eran ya potencias
mundiales. Los nuevos grandes, los verdaderos vencedores fueron los Estados
Unidos y la Rusia soviética. En 1945 su supremacía se medía por la presencia de
sus tropas por todo el globo. Los norteamericanos estaban en todas partes,
tanto en Europa como en Asia; los rusos en Europa Oriental y en el Extremo
Oriente. Para un gran número de habitantes del planeta, Norteamérica y la Unión
Soviética se convirtieron en modelos.
[...] No fue un mundo unido el que salió de la guerra, sino un mundo
bipolar. En efecto, desde el verano de 1945, la degradación
de las relaciones entre los antiguos aliados no cesó, la victoria había hecho
desaparecer el único lazo que los unía. A partir de entonces todo oponía a los Estados Unidos y a la Unión
Soviética, que se habían convertido en las potencias dominantes en términos de
economía, organización militar e ideología.
La explosión
experimental de la primera bomba atómica norteamericana en el desierto de Los
Álamos en Nuevo México, el 16 de julio de 1945, acentuó esta oposición. Harry
Truman, el nuevo presidente de los EEUU, habló desde entonces en nombre de un
país sin rival en el plano militar. La potencia económica de los Estados Unidos
le aseguraba también una supremacía abrumadora. Disponía de amplios excedentes
alimentarios; sólo ellos podían garantizar la supervivencia de una gran parte
de la humanidad. [...] La guerra los había enriquecido, al mismo tiempo que sus
pérdidas humanas y materiales habían sido relativamente modestas. [...] Su
influencia internacional estaba en el zenit: salvadores de la libertad,
imaginaban extender en el mundo entero su concepción de un orden económico y
político [...]liberal. [...]
La victoria reforzó
también considerablemente a la Unión Soviética. [...] Aunque la URSS no podía
compararse con los Estados Unidos en el terreno económico [...]. En el plano
político, la Unión Soviética y el movimiento comunista internacional salieron
de la Segunda Guerra Mundial más fuertes que nunca. Aureolada por su victoria
sobre los ejércitos de Hitler, la URSS [...] se extendió en Europa al mismo
ritmo que el avance del Ejército Rojo. Tal como había temido Churchill [Primera
Ministro de Inglaterra] se había convenido en la primera potencia europea.
[...]
Muy otra era la
situación de las antiguas potencias europeas. Su estado de debilidad política y
militar se veía agravado por la situación económica y la amplitud de las
miserias sociales. La crisis era también moral, la población tenía un
sentimiento difuso de culpabilidad. [...]
En el proceso de
bipolarización se debe destacar, también, que en 1945 el capitalismo no era el
único sistema de organización de recursos, pues otro sistema, el socialista,
después de haberse instaurado y desarrollado en la Unión Soviética, se
manifestaba como un rival. Capitalismo y socialismo se oponían después de haber
superado muchas dificultades. El primero se había transformado y sacaba su
fuerza del hecho de que el país en donde estaba mejor implantado —los Estados
Unidos— era el gran vencedor e impulsaba esta transformación; el segundo,
después de tanteos y de dificultades para
establecer sus pautas organizativas, podía ser considerado como definitivamente
adoptado por el segundo país vencedor —la Unión Soviética—. Cada sistema tenía,
a partir de entonces, su punto de referencia [...].
R. ARACIL, J. OLIVER y A. SEGURA: “El mundo actual. De la Segunda Guerra Mundial a nuestros días”,
Universitat de Barcelona, Barcelona, 1998,
pp. 22-24.
2) Un nuevo tipo de conflicto bélico: la Guerra Fría
Los cuarenta y cinco años transcurridos entre la explosión de las bombas
atómicas y el fin de la Unión Soviética no constituyen un período de la
historia universal homogéneo y único. [Estos años] se dividen en dos mitades,
una a cada lado del hito que representan los primeros años setenta. Sin
embargo, la historia del período en su conjunto siguió un patrón único marcado
por la peculiar situación internacional que lo dominó hasta la caída de la
URSS: el enfrentamiento constante de las dos superpotencias surgidas de la
segunda guerra mundial, la denominada guerra fría. [...]
La singularidad de la
guerra fría estribaba en que, objetivamente hablando, no había ningún peligro
inminente de guerra mundial. Más aún: pese a la retórica apocalíptica de ambos
bandos, sobre todo del lado norteamericano, los gobiernos de ambas
superpotencias aceptaron el reparto global de fuerzas establecidos al final de
la segunda guerra mundial, lo que suponía un equilibrio de poderes muy desigual
pero indiscutido. [...] En la práctica, la situación mundial se hizo
razonablemente estable poco después del fin de la Segunda Guerra [...]. [...]
Ambas superpotencias habían aceptado el reparto desigual del mundo, habían
hecho los máximos esfuerzos por resolver las disputas sobre sus zonas de
influencia sin llegar a un choque abierto de sus fuerzas armadas que pudiese
llevarlas a la guerra y, en contra de la ideología y de la retórica de la
guerra fría, habían actuado partiendo de la premisa de que la coexistencia
pacífica entre ambas era posible. De hecho, a la hora de la verdad, la una
confiaba en la moderación de la otra, incluso en las ocasiones en que
estuvieron oficialmente a punto de entrar, o entraron, en guerra. […]
Una vez que la U.R.S.S.
se hizo con armas nucleares —cuatro
años después de Hiroshima en el caso de la bomba atómica (1949), nueve meses
después de los Estados Unidos en el de la bomba de hidrógeno (1953)—, ambas superpotencias dejaron de utilizar la guerra como
arma política en sus relaciones mutuas, pues era el equivalente de un pacto
suicida. [...]
E.
HOBSBAWM: “Historia del siglo XX”, Crítica, Buenos Aires, 1998, p. 230-232.
3) La amenaza nuclear como arma:
Crisis de los Misiles en Cuba (1962)
a) Fue durante mi visita a Bulgaria cuando tuve la
idea de instalar cohetes nucleares en Cuba, y de hacerlo clandestinamente
[...]. Mi razonamiento era el siguiente: si instalábamos los misiles en secreto
y Estados Unidos ignoraba su existencia hasta el momento en el que ya
estuvieran preparados, se lo pensarían dos veces antes de intentar aniquilar
militarmente nuestras instalaciones [...]. Ahora bien, lo esencial para mi era
que la presencia de cohetes soviéticos en Cuba disuadiría a EEUU de atacar la
isla con el fin de derrocar a Fidel Castro y su régimen. Además, al mismo
tiempo que protegíamos a Cuba, nuestros misiles restablecerían lo que a los
occidentales les gusta llamar "equilibrio de fuerzas".
EEUU había rodeado nuestro país
de bases militares y nos tenía permanentemente bajo la amenaza de sus armas
nucleares. Debía conocer lo que se siente cuando los misiles enemigos te
apuntan; no hicimos otra cosa que devolverles, a un nivel menor, su obsequio.
Ya era hora de que EEUU sintiera la amenaza en su territorio y en su pueblo
para que conociera lo que eso significaba exactamente.
N.
KRUSCHEV: “Memorias”. Extraído de M. GARCÍA y otros: ob. cit., p. 222.
b) No nos arriesgaremos prematuramente y sin ninguna necesidad
a una guerra nuclear, pero tampoco nos negaremos a considerar este riesgo si es
que debemos enfrentarnos a él en algún momento [...]. En consecuencia, anuncio
una rigurosa cuarentena sobre todo el equipamiento militar ofensivo conducido
hacia Cuba. La política de nuestro país será considerar todo lanzamiento de
misiles nucleares desde suelo hacia cualquier nación del hemisferio occidental,
como un ataque de la Unión Soviética contra Estados Unidos, recurriendo como
represalia a una completa respuesta contra la Unión Soviética.
Invito al Sr. Kruschev a abandonar su empresa de dominación mundial, a
retirar sus armas de Cuba y a unirse a un histórico esfuerzo en vista de poner
fin a la peligrosa carrera armamentista. Aún es tiempo de transformar la
historia de la humanidad. El precio de la libertad es siempre elevado, pero
América siempre ha
pagado ese precio. Y hay un camino que nunca seguiremos: el de la
capitulación y la sumisión. Nuestro objetivo no es la victoria de la fuerza
sino de la defensa del derecho. No es la paz a expensas de la libertad, sino la
paz y la libertad en este hemisferio, y así lo esperamos en el mundo entero.
Con ayuda de Dios, alcanzaremos este objetivo.
Discurso
de J. F. KENNEDY al pueblo norteamericano en 1962. Extraído de M. GARCÍA y
otros: ob. cit., p. 222
Ejercicios
Parte 1
1) Subraya del texto y realiza un perfil
de Estados Unidos, la
Unión Soviética y Europa luego de la Segunda Guerra
Mundial.
2) “No fue un mundo unido el que salió de la guerra, sino un mundo bipolar”.
Explica el sentido de esta frase basándote en los elementos que te brinda el
texto.
Parte 2
Texto
a
3) ¿Por qué Hobsbawm plantea que durante la Guerra Fría “no hubo
peligro inminente de guerra mundial”?
4) “De hecho, a la hora de la verdad, la una confiaba en la moderación de
la otra”. Explica qué habrá querido expresar el historiador con esta
conclusión.
Parte 4
Textos a
y b
5) Analiza los
argumentos presentes en los documentos de Kruschev y Kennedy, en donde ambos
explican el accionar de su gobierno con respecto a Cuba.
6) ¿Qué características de la Guerra Fría se
ven reflejadas en este conflicto? Fundamenta.
Conclusión
7) Este ejercicio pretende servir como conclusión y
cierre del tema. Por esa razón, y tomando en cuenta todo lo analizado y
aprendido, dime qué significado tiene el título del repartido. Analiza,
también, la caricatura que está debajo de este ejercicio, y relaciónala con
dicho título