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domingo, 20 de abril de 2014

LA GUERRA FRÍA


Repartido 1 de Historia –para EMT y EMP
LA GUERRA FRÍA:
el arte de disponer
de los demás
1) 1945: el nacimiento de un mundo bipolar

Una consecuencia de la Segunda Guerra Mundial fue la modificación de las relaciones internacionales. El poder se desplazó del viejo continente hacia los mundos extraeuropeos. [...] Al salir de la guerra Europa, arruinada y devastada, estaba imposibilitada de jugar el rol preeminente de otros tiempos. Los Estados que se disputaban la primacía en Europa y en el mundo, el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, salieran vencedores o vencidos, no eran ya potencias mundiales. Los nuevos grandes, los verdaderos vencedores fueron los Estados Unidos y la Rusia soviética. En 1945 su supremacía se medía por la presencia de sus tropas por todo el globo. Los norteamericanos estaban en todas partes, tanto en Europa como en Asia; los rusos en Europa Oriental y en el Extremo Oriente. Para un gran número de habitantes del planeta, Norteamérica y la Unión Soviética se convirtieron en modelos.
[...] No fue un mundo unido el que salió de la guerra, sino un mundo bipolar. En efecto, desde el verano de 1945, la degradación de las relaciones entre los antiguos aliados no cesó, la victoria había hecho desaparecer el único lazo que los unía. A partir de entonces todo oponía a los Estados Unidos y a la Unión Soviética, que se habían convertido en las potencias dominantes en términos de economía, organización militar e ideología.
La explosión experimental de la primera bomba atómica norteamericana en el desierto de Los Álamos en Nuevo México, el 16 de julio de 1945, acentuó esta oposición. Harry Truman, el nuevo presidente de los EEUU, habló desde entonces en nombre de un país sin rival en el plano militar. La potencia económica de los Estados Unidos le aseguraba también una supremacía abrumadora. Disponía de amplios excedentes alimentarios; sólo ellos podían garantizar la supervivencia de una gran parte de la humanidad. [...] La guerra los había enriquecido, al mismo tiempo que sus pérdidas humanas y materiales habían sido relativamente modestas. [...] Su influencia internacional estaba en el zenit: salvadores de la libertad, imaginaban extender en el mundo entero su concepción de un orden económico y político [...]liberal. [...]
La victoria reforzó también considerablemente a la Unión Soviética. [...] Aunque la URSS no podía compararse con los Estados Unidos en el terreno económico [...]. En el plano político, la Unión Soviética y el movimiento comunista internacional salieron de la Segunda Guerra Mundial más fuertes que nunca. Aureolada por su victoria sobre los ejércitos de Hitler, la URSS [...] se extendió en Europa al mismo ritmo que el avance del Ejército Rojo. Tal como había temido Churchill [Primera Ministro de Inglaterra] se había convenido en la primera potencia europea. [...]
Muy otra era la situación de las antiguas potencias europeas. Su estado de debilidad política y militar se veía agravado por la situación económica y la amplitud de las miserias sociales. La crisis era también moral, la población tenía un sentimiento difuso de culpabilidad. [...]
En el proceso de bipolarización se debe destacar, también, que en 1945 el capitalismo no era el único sistema de organización de recursos, pues otro sistema, el socialista, después de haberse instaurado y desarrollado en la Unión Soviética, se manifestaba como un rival. Capitalismo y socialismo se oponían después de haber superado muchas dificultades. El primero se había transformado y sacaba su fuerza del hecho de que el país en donde estaba mejor implantado —los Estados Unidos— era el gran vencedor e impulsaba esta transformación; el segundo, después de tanteos y de dificultades para establecer sus pautas organizativas, podía ser considerado como definitivamente adoptado por el segundo país vencedor —la Unión Soviética—. Cada sistema tenía, a partir de entonces, su punto de referencia [...].

R. ARACIL, J. OLIVER y A. SEGURA: “El mundo actual. De la Segunda Guerra Mundial a nuestros días”, Universitat de Barcelona, Barcelona, 1998,  pp. 22-24.

2) Un nuevo tipo de conflicto bélico: la Guerra Fría

      Los cuarenta y cinco años transcurridos entre la explosión de las bombas atómicas y el fin de la Unión Soviética no constituyen un período de la historia universal homogéneo y único. [Estos años] se dividen en dos mitades, una a cada lado del hito que representan los primeros años setenta. Sin embargo, la historia del período en su conjunto siguió un patrón único marcado por la peculiar situación internacional que lo dominó hasta la caída de la URSS: el enfrentamiento constante de las dos superpotencias surgidas de la segunda guerra mundial, la denominada guerra fría. [...] 
La singularidad de la guerra fría estribaba en que, objetivamente hablando, no había ningún peligro inminente de guerra mundial. Más aún: pese a la retórica apocalíptica de ambos bandos, sobre todo del lado norteamericano, los gobiernos de ambas superpotencias aceptaron el reparto global de fuerzas establecidos al final de la segunda guerra mundial, lo que suponía un equilibrio de poderes muy desigual pero indiscutido. [...] En la práctica, la situación mundial se hizo razonablemente estable poco después del fin de la Segunda Guerra [...]. [...] Ambas superpotencias habían aceptado el reparto desigual del mundo, habían hecho los máximos esfuerzos por resolver las disputas sobre sus zonas de influencia sin llegar a un choque abierto de sus fuerzas armadas que pudiese llevarlas a la guerra y, en contra de la ideología y de la retórica de la guerra fría, habían actuado partiendo de la premisa de que la coexistencia pacífica entre ambas era posible. De hecho, a la hora de la verdad, la una confiaba en la moderación de la otra, incluso en las ocasiones en que estuvieron oficialmente a punto de entrar, o entraron, en guerra. […]
Una vez que la U.R.S.S. se hizo con armas nucleares cuatro años después de Hiroshima en el caso de la bomba atómica (1949), nueve meses después de los Estados Unidos en el de la bomba de hidrógeno (1953), ambas superpotencias dejaron de utilizar la guerra como arma política en sus relaciones mutuas, pues era el equivalente de un pacto suicida. [...]
E. HOBSBAWM: “Historia del siglo XX”, Crítica, Buenos Aires, 1998, p. 230-232.


3) La amenaza nuclear como arma: Crisis de los Misiles en Cuba (1962)

a)       Fue durante mi visita a Bulgaria cuando tuve la idea de instalar cohetes nucleares en Cuba, y de hacerlo clandestinamente [...]. Mi razonamiento era el siguiente: si instalábamos los misiles en secreto y Estados Unidos ignoraba su existencia hasta el momento en el que ya estuvieran preparados, se lo pensarían dos veces antes de intentar aniquilar militarmente nuestras instalaciones [...]. Ahora bien, lo esencial para mi era que la presencia de cohetes soviéticos en Cuba disuadiría a EEUU de atacar la isla con el fin de derrocar a Fidel Castro y su régimen. Además, al mismo tiempo que protegíamos a Cuba, nuestros misiles restablecerían lo que a los occidentales les gusta llamar "equilibrio de fuerzas".
  EEUU había rodeado nuestro país de bases militares y nos tenía permanentemente bajo la amenaza de sus armas nucleares. Debía conocer lo que se siente cuando los misiles enemigos te apuntan; no hicimos otra cosa que devolverles, a un nivel menor, su obsequio. Ya era hora de que EEUU sintiera la amenaza en su territorio y en su pueblo para que conociera lo que eso significaba exactamente.
N. KRUSCHEV: “Memorias”. Extraído de M. GARCÍA y otros: ob. cit., p. 222.

b)         No nos arriesgaremos prematuramente y sin ninguna necesidad a una guerra nuclear, pero tampoco nos negaremos a considerar este riesgo si es que debemos enfrentarnos a él en algún momento [...]. En consecuencia, anuncio una rigurosa cuarentena sobre todo el equipamiento militar ofensivo conducido hacia Cuba. La política de nuestro país será considerar todo lanzamiento de misiles nucleares desde suelo hacia cualquier nación del hemisferio occidental, como un ataque de la Unión Soviética contra Estados Unidos, recurriendo como represalia a una completa respuesta contra la Unión Soviética.
Invito al Sr. Kruschev a abandonar su empresa de dominación mundial, a retirar sus armas de Cuba y a unirse a un histórico esfuerzo en vista de poner fin a la peligrosa carrera armamentista. Aún es tiempo de transformar la historia de la humanidad. El precio de la libertad es siempre elevado, pero América siempre ha
pagado ese precio. Y hay un camino que nunca seguiremos: el de la capitulación y la sumisión. Nuestro objetivo no es la victoria de la fuerza sino de la defensa del derecho. No es la paz a expensas de la libertad, sino la paz y la libertad en este hemisferio, y así lo esperamos en el mundo entero. Con ayuda de Dios, alcanzaremos este objetivo.
Discurso de J. F. KENNEDY al pueblo norteamericano en 1962. Extraído de M. GARCÍA y otros: ob. cit., p. 222


Ejercicios

Parte 1
1) Subraya del texto y realiza un perfil de Estados Unidos, la Unión Soviética y Europa luego de la Segunda Guerra Mundial.
2) “No fue un mundo unido el que salió de la guerra, sino un mundo bipolar”. Explica el sentido de esta frase basándote en los elementos que te brinda el texto.
Parte 2
Texto a
3) ¿Por qué Hobsbawm plantea que durante la Guerra Fría “no hubo peligro inminente de guerra mundial”?
4) “De hecho, a la hora de la verdad, la una confiaba en la moderación de la otra”. Explica qué habrá querido expresar el historiador con esta conclusión.

Parte 4
Textos a y b
5) Analiza los argumentos presentes en los documentos de Kruschev y Kennedy, en donde ambos explican el accionar de su gobierno con respecto a Cuba.
6) ¿Qué características de la Guerra Fría se ven reflejadas en este conflicto? Fundamenta.

Conclusión
7) Este ejercicio pretende servir como conclusión y cierre del tema. Por esa razón, y tomando en cuenta todo lo analizado y aprendido, dime qué significado tiene el título del repartido.  Analiza, también, la caricatura que está debajo de este ejercicio, y relaciónala con dicho título





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